miércoles, 16 de julio de 2014

La democracia oligárquica

No me pidáis que llame democracia al gobierno distante que no cumple sus promesas, que huye de sus responsabilidades, que mira por un porcentaje ínfimo de la población, que quiere a los hijos del país incultos y dóciles, que desprecia la ciencia, las artes y la cultura, y que habla de la rentabilidad de la salud o la educación.

Si soy un radical, si pertenezco al eje del mal, si soy un terrorista o un nazi por defender mi país, por defender a sus ciudadanos y una democracia participativa, con los tres poderes independientes... qué no será quien modifica la constitución a petición de un gobierno extranjero y un poder económico, vendiendo nuestra soberanía nacional a cambio de poder y apoyo de la banca. Qué no será esa persona que habla de la mala imagen de un niño comiendo en un comedor y el "asesinato" del aborto, pero no se preocupa de los vivos ni de la salud del niño, y no tanto de su imagen.

Marca España... convertir una nación en un producto de consumo, al servicio de la voracidad de "los mercados", que no son sino especuladores y lobbies que, a día de hoy, son los verdaderos gobernantes de este pobre y ruinoso páramo... Nuestra marca es la corrupción, la pobreza, la desatención, la incultura, un sistema educativo deficiente... Nuestra marca son las horas extras no cobradas, la carencia de ayudas por paternidad, una seguridad social que se hunde y una sanidad privada que espera, ávida de sangre y euros.

No, no me pidáis que llame democracia a un sistema que no penaliza el incumplimiento de leyes electorales, que ha premiado campañas llenas de dislates, de acusaciones cruzadas, dirigidas para personas que no se cuestionan nada, con la coletilla del "y tú más" que pretende justificar el mal de unos en base al mal practicado por otros. Un acto deshonesto lo es sin necesidad de ser precedido por la falta de honestidad de quien gobernó antes...
Un sistema de dos partidos que hablan de "sus votos", sin tan siquiera pensar que los votos pertenecen a los seres humanos, a los miembros del estado. Votos que deberían ser considerados del ciudadano, un préstamo de 4 años, no una bula papal para hacer y deshacer al antojo de los políticos de turno y destruír el país. Pero cómo explicarle eso a quienes se creen en posesión del todo y de las partes... Y es que, se refieren constantemente a si mismos como el estado, cuando la realidad es que el estado, parafreseando a Rousseau, es la suma de las partes (ciudadanos, territorio, gobernantes...) que conforma el todo. Y ese todo, señores míos, no es vuestro cortijo.

España, ese país que sangra y llora, no es el cortijo de nadie. Es un territorio prestado, con ciudadanos que toman decisiones que afectan, no ya a su futuro, sino al futuro de la tierra que habitan, a sus futuros habitantes, a todos aquellos que aún no pueden decidir y, finalmente, a los ciudadanos del mundo.
No pretendan hacerme creer que la política es un "juego", no me hablen de las normas de ese juego, como si no pudieran ser cambiadas, pues la soberanía popular, la lógica y la razón, deben ser los gobernantes de cualquier nación.

No me llamen antisistema o traidor a la patria cuando yo me preocupo por el futuro de la patria, por la educación, por la contaminación, por el hambre, por la sanidad, o por los fondos de pensiones...
No se arroguen el patriotismo quienes venden el país y la soberanía nacional, quienes hablan de un juego o una marca, de quienes no entienden más allá de billetes y rechazan la ciencia y la investigación como hicieran los cromañones.

No, no me den lecciones, no me cataloguen, no me insulten, no categoricen, y no nos tomen por imbéciles.


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