domingo, 23 de octubre de 2011

The system has failed - El sistema ha caído. La muerte del capitalismo y el neo-liberalismo radical

¿Cómo se creó el capitalismo?
Cuando Orwell, Huxley, Bradbury y otros tantos diseñaron sus famosas distopías, muchos pensaron que estaban locos.
¿Cómo una sociedad moderna, en la que los seres humanos podían pensar libremente sin preocuparse únicamente de alimentarse y copular, podía volver a caer en las redes del hambre, la enfermedad, la constante guerra, y la desigualdad social?
¿Cómo podrían las personas desechar la cultura, el acceso a la educación, que con tanto ahínco y sangre habían conseguido?

Unas pocas décadas después, esa realidad se hace patente para todos. El sistema capitalista ha caído, devorado por chacales codiciosos, por los políticos obscenos y mórbidos, los banqueros, las multinacionales y, cómo no, por nuestra indolencia.
Sabemos que de toda materia muerta surge de nuevo la vida, y así ha ocurrido. Del cadáver del Capitalismo utópico, transformado posteriormente en Capitalismo desigual, ha surgido el Neoliberalismo radical.

Un poco de historia

Vayamos un poco hacia atrás en el tiempo para aclarar estos términos.
En sus orígines, el sistema capitalista surge como el modelo opuesto al sistema feudal, en el que la sociedad se regía por castas fuertemente restringidas, y de las que resultaba casi imposible salir. Solo en ocasiones, y mediante fuertes méritos en la guerra, se podía ascender, y eso ocurrió únicamente en el ocaso del propio sistema (igual que un esclavo romano no podía ser un ciudadano hasta que Roma comenzó su declive y necesitó que sus esclavos mantuvieran su base económico-militar por completo).
Este modelo opuesto se da ante la aparición de los burgueses, y la posterior lucha de los pequeños burgueses contra los gremios, que también eran castas cerradas. Es algo largo de explicar, muchos ya lo sabréis, y para algo tenéis google. Yo no soy un libro manual de historia ni pretendo serlo, no doy para tanto.

En definitiva, los burgueses le quitan el poder a los nobles poco a poco, haciéndose más y más importantes, y convirtiéndose, lentamente, en aquello que llamamos hoy en día empresarios.
Sin embargo, ese modelo aún no era capitalista, ya que la empresa estaba fuertemente supeditada a los designios de la corona, la iglesia y un montón de chacales más que esperaban a que los demás trabajaran para beberse los frutos de su esfuerzo (como pasa ahora).
Digamos que no había libre mercado en absolutol, tampoco regulacion real del mercado y, desde luego, no había reparto de la riqueza ni el dinero fluía (esto es importante, la distribución de la riqueza es uno de los puntos clave del capitalismo).

Adam Smith

Quién es este señor? Pues se trata de un filósofo y economista absolutamente genial, inventor del sistema que hemos vivido hasta finales de los. años 90. Junto a Marx, una de las figuras fundamentales para comprender los sistemas actuales, y al igual que Marx, malinterpretado porque algunos no han querido contextualizar su sistema
Adam piensa que las cosas se están desmadrando y que el sistema es la misma mierda de siempre: gente con dinero, y gente sin nada de dinero.
Preocupado por el avance social, y consciente de que la mayor parte del conocimiento ni siquiera llega a buen puerto por la escasez y el despilfarro de recursos humanos (ya que solo la iglesia, algunos nobles y unos pocos burgueses tienen derecho a pensar, y de esos, solo unos dos o tres son capaces de hacerlo), Adam establece un sistema adaptado a su época que se autorregula, en el que el dinero fluye, y la riqueza tiene un reparto equitativo; El capitalismo.
Este sistema se basa en el término "sociedad de consumo", que implica que, si todos tienen capacidad para consumir, se requerirá una mayor productividad global y, por lo tanto, todos podremos trabajar, y a su vez consumir.
El concepto es sencillo, pero no por ello menos genial. Recordemos que en su época no existían corporaciones ni multinacionales, y ciertamente un sistema podía ser regulado con correcciones mínimas del estado, fomentando la distribución de la riqueza. Adam descubre cómo el trabajo y el consumo pueden tener una relación simbiótica y autoalimentarse, siendo este un ciclo que puede durar "eternamente" (sin tener en cuenta cambios radicales en la sociedad), sin necesidad de desequilibrios sociales importantes, y premiando a las mentes que sean más productivas y trabajen mejor.
De esta forma, nos evitamos el engorro y el gran defecto de las sociedades colectivistas clásicas (comunismo, anarquía...), cuyos teóricos han sido a menudo malinterpretados al no acotarse su tesis al momento social específica, que no tienen en cuenta la motivación del individuo a la hora de "portarse bien" y producir en su trabajo. Un trabajo no remunerado o recompensado hace que el individuo sea altamente improductivo, o lo que es lo mismo, nos vuelve vagos. Conste que el sistema no está mal pensado (se basa, curiosamente, en raíces muy antiguas, desde la famosa Ciudad del sol de Espartaco, al propio cristianismo y sociedades primitivas), pero no tiene en cuenta la psicología del ser humano y su idiosincrasia; sin motivación, no existe movimiento. Más adelante, veremos que el capitalismo tiene un error de base fundamental, perfectamente comparable al de éstos sistemas. Lo que demuestra que todo sistema necesita una corrección y, sobre todo, una adaptación a los tiempos y los cambios. Tanto los sistemas, sean colectivistas o individualistas, necesitan ser contextualizados.

la combinación del interés personal, la propiedad y la competencia entre vendedores en el mercado llevaría a los productores, "gracias a una mano invisible", a alcanzar un objetivo que no habían buscado de manera consciente: el bienestar de la sociedad (Adam Smith)

Como conclusión, el sistema comienza a crecer y las desigualdades decaen. Siguen existiendo ricos y pobres, pero los pobres no son tan pobres; al menos pueden comer y consumen. Y con el tiempo, hasta piensan, ya que sus hijos tienen acceso a la escuela. Con ello, su ansia de consumo aumenta; si vives solo para comer, no tienes ganas de hacer nada.
La ciencia, al aumentar el acceso a la educación, sufre un avance jamás visto, y el siglo XX (y parte del XIX) ve cómo los conocimientos aumentan en un grado exponencial jamás visto. Se trata del siglo del avance, en el que el ser humano pasa de ser un animal a convertirse en una deidad.
Incluso la carga de trabajo por persona disminuye gracias a la mecanización del trabajo, hay menos accidentes laborales, más tiempo para practicar sexo, la población aumenta, los pájaros cantan y las nubes se levantan.

Se trata del auge del capitalismo, un sistema en todo su esplendor. Auge que dura prácticamente un siglo entero,  en el que surge la llamada clase media, la que ostenta el mayor poder de consumo. Auge que atraviesa un par de crisis que dejan millones de muertos y guerras para favorecer el consumo.

El colapso

Cuando todo parecía ir a mejor, y gracias a multitud de factores (la especulación bancaria, la inflación exagerada del dinero, los grupos de presión económica, el problema del petróleo, la falta de investigación de las energías alternativas, las famosas deudas de los países comprada por "agentes y grupos" anónimos, la compra de los políticos, la restricción 0 del mercado...), el sistema se colapsa y muere.
¿Muere? ¿No es eso muy radical? Por desgracia, no.
Muchos se preguntarán, pero no vivimos en un sistema capitalista? Entonces, cómo ha muerto? No, queridos amigos, no dejemos que nos vendan la moto... vivimos en un nuevo sistema del que hablaremos a posteriori.

La cuestión es simple. Primero, nos encontramos con un concepto imposible de perpetuar, que es el crecimiento perpetuo. Lo que llamaríamos crecimiento no sostenible. El capitalismo no tiene en cuenta la finitud de los recursos naturales, el daño al ecosistema, y la imposibilidad de crecer de forma eterna. Primero, porque llegado un punto, crecer constantemente, es imposible. Hay que generar o inventar nuevos espacios de consumo, consumir cada vez más materia prima, para generar una mayor producción. En este punto, el sistema choca contra la realidad física y contra la homeostasis, el delicado juego de equilibrios que se mantienen entre las diversas variables. Buscar el crecimiento constante implica más demanda, por lo que se generan las llamadas necesesidades creadas. Se busca reducir cada vez más el coste de producción y se premia la velocidad, por lo que se busca un sistema de producción en cadena. Esto implica menos mano de obra, lo que a su vez implica menos consumo, etc. Son cuestiones básicas, pero no entraremos en ellas, pues algunos teóricos afirman que se pueden corregir. 
Por otra parte, el capitalismo exige una moderación externa (que puede ser moderada o más fuerte) que hasta ahora era realizada por el estado. Huye del pan-estatismo, pero tampoco pretende que el sistema se regule totalmente sin moderación, ya que entonces no podrían evitarse los abusos de poder y se caería en la anarquía. Además, todo sistema tiende a un pequeño desequilibrio; para mantener la homeostasis, se requiere un peso que lo balancee. Podríamos hablar de la teoría del caos, pero de nuevo, no viene muy a cuento, bastante larga es ya la nota y no quiero abrumaros con mi ignorancia y que los que sabéis matemáticas me dejéis como un sabelotodo. Uno parece más inteligente cuando habla de lo que sabe, sigamos esa máxima...
El problema, como decía, viene cuando esa moderación es absorbida por los más fuertes del sistema, aquellos que acumulan un porcentaje mayor de riqueza. Hasta ese momento, el sistema no es cerrado, no hay castas. Sería una diferencia maravillosa respecto a la economía feudal o de los gremios. Se basa en esa autorregulación con una moderación externa poco perceptible. En ese moento (inicio del capitalismo), funciona, o parece funcionar. No existen entidades globales que puedan hacer y deshacer y la riqueza se reparte. Al menos, de forma virtual. Cierto, algunos amasan fortuna e influencia, pero ¿a quién le importa? Nadie puede prever que es sólo el inicio, en las sombras, de una oligarquía que a posteriori usará la maquinaria del estado para lograr sus objetivos y que las leyes beneficien sus intereses. En ese momento, el sistema parece ser ideal. Todos pueden ascender a lo más alto, si bien es cierto que con problemas y muchos baches. Aunque, como hemos visto, existen fallos de base que hacen que este "paraíso" que reúne los ejes político-económico y social, esté destinado al fracaso.
Pronto los más fuertes se dejan vencer por la codicia y, sobre todo, los más débiles (que al ser los consumidores y ser masa, deberían ser los más fuertes), se vuelven pusilánimes, indolentes y se acomodan, abandonando la defensa de sus intereses.

System Fail. Reinciar sistema, excepción grave en 3,2,1...

Aquí llega el gran fracaso del sistema. Los que tienen que vigilar no solo no vigilan, sino que fomentan la injusticia. Los ricos comienzan a comerse, casi literalmente, las materias primas de los continentes pobres, y cuando terminan con ellas y sus fuentes de energía, se dedican a arruinar a los países más ricos para comprarles la deuda que ellos mismos han creado, y posteriormente vendérsela con intereses, para así poder seguir arruinándoles.
Deciden que los sueldos son muy altos, por lo que se mudan a países pobres, que comienzan a despegar gracias a la inclusión del trabajo. Sin embargo, en cuanto los habitantes piden una subida salarial, para poder disfrtuar de la vida (y consumir), las multinacionales amenazan con mudarse a otros países, y los gobiernos de los países, en connivencia con esas empresas, reprimen a la población.

Posteriormente se decide privatizar todo. Es uno de los errores del capitalismo, igual que el marxismo y el colectivismo caían en el error de no tener en cuenta la motivación extríneca. En este caso, hablamos de la privatización generalizada y, más allá, de la verdadera falla del sistema capitalista: la creencia de que, en un entorno económico de supuesta libertad, quienes amasan poder y riqueza van a "portarse bien", van a buscar el bienestar social, el desarrollo humano y filogenético. Si antes hablábamos de la motivación, ahora hablamos de la intencionalidad. No decimos que el hombre deba ser un lobo para el hombre, pero creer que en un espacio sin reglas, quienes ostentan la fuerza, el poder, y condiciones de partida favorables, no van a generar sus propias reglas para convertirse en los "dioses del nuevo mundo", es una quimera.
Precisamente, eso es lo que ocurre. La distribución de la riqueza ya no parece ser tan interesante, deja de ser un punto básico del sistema. Los ricos quieren ser más ricos, y generan nuevas normas para ello. Hablan de "libre mercado", de no imponer límites comerciales, pero a la vez ponen a su propia disposición la herramienta del estado. 
Comienza un declive de los estados para demostrarnos qué mal funciona "lo público". La paradoja es que ese declive está causado por la mala gestión de los políticos, con el apoyo de todos los grupos económicos, que luego compran a precio de saldo esas empresas públicas, despiden a la mayoría de trabajadores para ganar aún más dinero, y revalorizan la empresa.

Ahí viene un punto clave, y es que ahora se despide a la gente, no por necesidad, sino simplemente para ganar más, más y más dinero. No importa nada más, solo ganar dinero, tener más que nadie. La motivación no es vivir bien, no es hacer crecer la sociedad; es amasar.
Y amasar es improductivo. El dinero no se mueve, porque lo tienen unos pocos que no consumen tanto como parece (como dijo una vez un amigo, no compares lo que consume Botín con lo que consumen 10000 personas aunque juntos tengan menos dinero que él). Si el dinero no se mueve, no hay reparto de riqueza, y el consumo disminuye, la producción baja. Es lógica pura, no necesitamos producir 50 consoladores si solo se van a vender 10 Qué hacemos entonces? Para mantener los enormes y cuantiosos beneficios, despedimos a los trabajadores, dejando los necesarios para la producción. Cuando todas las grandes empresas comienzan a hacer esto, el trabajo pasa a ser escaso y, por la ley de la oferta y la demanda, se convierte en un mercado altamente competitivo; su precio sube desorbitadamente.
Así, el déspota puede bajar el sueldo a los empleados que no despide y aumentar de nuevo el volúmen de trabajo, tal y como ocurría antes de la revolución industrial (si, estoy hablando del siglo XIX, más parecido a la situación actual que el siglo XX). ¿Dónde queda la distribución de la riqueza? La motivación ha pasado del "nosotros", de la especie y el desarrollo evolutivo, al "yo", que es contrario al bienestar común.

De esta forma tenemos personas que llegan justas a fin de mes, que consumen, pero poco, que trabajan mucho, tienen poco tiempo para pensar, y un acceso restringido a la educación porque, ¡oh, sorpresa!, esta vuelve a estar fuertemente restringida, por la caída de prestigio de la educación pública que tanto conviene a los grandes productores, y que los políticos propician desde su privilegiada posición.
Por otra parte, tenemos a millones de personas aún menos afortunadas, suicidios por falta de dinero, gente que no sabe cómo narices va a seguir comiendo, desahuciados, sin capacidad de consumo y que se convierten en una "lacra" para los mismos pedazos de mierda (a tomar por culo la corrección política) que les ha llevado a esta situación personal.
Siguiente paso? Vamos a privatizar las prestaciones sociales, que es lo único que queda de la sociedad del bienestar. Estoy de acuerdo en mejorar el sistema de prestaciones (centralización, progresividad...), pero cuando la sociedad se va a pique y hay millones de parados que no pueden producir, pero tampoco consumir, no puedes pretender que la gente consuma sanidad privada, pisos, y que encima viva sin tener ni una ayuda estatal.

Y así llegamos a la situación actual, que tal vez podáis entender un poco mejor (muchos lo entenderéis mejor que yo mismo, al tener más conocimientos en la materia). Y lo más gracioso es que muchos de los causantes de esa situación nos dicen que hemos tenido un ritmo de vida demasiado elevado y por eso estamos así. Por supuesto, ni se les ocurre citar SU elevado ritmo de vida, válgame dios...
Los bancos culpan a quienes no pueden pagar los créditos, pero obvian su conducta especulativa. Los gobiernos culpan a la crisis, un fantasma sin origen ni pasado, una sombra que sirve para exculpar a cualquiera. A su vez, los especuladores culpan a los países cuya deuda han causado y, finalmente, parece ser que todo revierte en la clase media, que se convierte de nuevo en una clase pobre, esclavizada, sin poder adquisitivo, sin acceso a la educación ni capacidad de cambiar el sistema mediante el voto (para eso, leer otros artículos en los que explico por qué la democracia es una mentira).

En defnitiva; el sistema vuelve a ser cerrado, como en la edad media. Hermanos, congratulémonos. ¡Las castas han vuelto! Así muere el capitalismo.

El neoliberalismo-extremo

Qué es esto? Es el sistema en el que vivimos. Veamos las diferencias principales con el capitalismo.

Capitalismo "utópico":
Sistema abierto, sin castas económicas o sociales.
Sistema que se autorregula con intervención leve del estado.
El estado vela por la seguridad del propio sistema, no de los particulares.
Sociedad de consumo y productividad. Lujos accesibles.
La riqueza está repartida.
El dinero fluye.
Preponderancia de la clase media.
La educación, la sanidad y otras prestaciones pueden ser gratuítas (incorporación del socialismo en el capitalistmo en segunda mitad del Siglo XX). Sociedad de bienestar.
El trabajo lleva al éxito y el talento se valora.Meritocracia.
Hay espacio para la mejora de la especie y el bienestar común.

Neo-liberalismo de facto:
Sistema cerrado, por castas económicas a las que es casi imposible acceder.
Sistema desequilibrado, sin regulación. Supuesto libre mercado, pero sólo para las élites.
El estado contribuye a desnivelar la balanza y busca el máximo beneficio para los poderosos.
Sociedad de consumo de mínimos (alimentos, necesidades básicas).
La riqueza está polarizada (gente con todo el dinero, gente sin dinero).
El dinero está estancado, no cambia de manos.
Preponderancia de la clase sin dinero o pobres.
Todo es privado, solo hay acceso a ciertas necesidades para aquellos con dinero.
El trabajo solo lleva a la supervivencia, el talento no se desarrolla. No hay meritocracia, el sistema es cerrado y el avance no depende del talento. El punto de partida cuenta. 
No hay espacio para la mejora de la especie. No hay bienestar común.

No creo que haga falta explicar mucho más. El neoliberalismo radical en el que vivimos se basa en la no intervención estatal, o mejor, en que el estado haga leyes que favorezcan a las empresas, o regule toda situación en base a la conveniencia de las mismas.
Se basa en acumular poder y volver a cerrar las castas. En que la gente luche por comer, algo que ya está sucediendo. En que nadie pueda partir de 0 y montar una pequeña empresa de la que vivir.
En definitiva; este sistema se basa en la desigualdad, el inmovilismo, el clasicismo... Es un sistema desequilibrado, en el que el voto es Matrix; el individuo cree que vive en una democracia porque vota, pero todos los votos van a un saco roto, puesto que los políticos, y los medios de comunciación mayoritarios, están al servicio de los poderes fácticos.

Solo queda un pequeño reducto, la Galia irreductible de Asterix y Obelix; internet. El cine, la literatura, y hasta la música, están fuertemente reguladas. El lenguaje de muchos cineastas, escritores y músicos, es claramente revolucionario, pero no se permite su llegada a las masas para que sigan dormidas e indolentes.

De momento, internet no puede ser regulado, pero las nuevas leyes, apoyándose en cuestiones como la piratería (ese sería otro debate, no estoy defendiendo ni criticando la piratería), están comenzando a recortar libertades. Muchos gobiernos ya tienen sistemas que asocian los sujeros que visitan a determinadas páginas con una base de datos.
La libertad muere, el talento queda relegado a una oscura cueva, y el individuo vuelve a ser un siervo. Solo que esta vez, el amo es un gran complejo, un entramado de multinacionales y bancos. Mucho más cruél, mucho más déspota.

Despierta

¡¡Despierta!!
No creas en las mentiras, sé consciente de la realidad.
La vida no es como es. Las cosas no son inevitables.
Huye del conformismo, ataca la indolencia. No permanezcas aferrado a los pensamientos que han introducido en tu cabeza. Manda a la mierda el sistema si no crees en él. No observes con aburrimiento al que lucha. Si crees que puedes hacerlo mejor que él... ¡Hazlo!
No dejes que un partido te etiquete, no te bases en una ideología política creada por los peces gordos. Ni izquierda, ni derecha, ni centro. Solo un mundo en el que cuente algo más que el dinero, algo más que las mentiras.

Nosotros somos la fuerza de consumo, nosotros somos la fuerza de trabajo. Nosotros somos los pensadores, los que sirven el café, los que limpian, los que crean arte, los que investigan, los que compran ropa o pornografía.
Nosotros somos todo.
Así que despierta... Y no dejes que el mundo caiga porque crees que no podemos hacerlo mejor, o que el sistema "es así". Tú eres el sistema. Todos lo somos.

Manuel Alberto Báez Duarte
Salamanca, 24 - 10 - 2011

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