“En una época de engaño universal, decir la verdad constituye un acto revolucionario”
"Si quieres hacerte una idea de cómo será el futuro, figúrate una bota aplastando un rostro humano... incesantemente"
George Orwell, 1984.
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Vivimos en un mundo construído sobre la mentira, sobre una ilusión que flota sobre dos palabras que no tienen aplicación práctica ni sentido de ser. Estas palabras son conocidas como "Democracia" y "Libertad".
Ambas denominaciones son la luz que brilla fuera de la caverna, el mundo ideal que jamás ha sido contemplado por ser humano alguno. Resquicios de la verdad, de un mundo ideal que, por desgracia, no existe en el plano de la realidad social en el que nos encontramos.
Que nadie se engañe; tampoco existieron en el pasado, de hecho, la opresión era aún mayor.
La historia nos muestra como poco a poco, el mundo ha ido cambiando, mejorando las condiciones de vida, permitiendo que las personas vivan más años, que tengan más comodidades, pero la realidad siempre ha sido la misma ; todos vivimos por debajo de las posibilidades reales que nos brinda el mundo.
Y eso, sin hablar de los países del llamado Tercer mundo, aquellos que se considera aparte del plano de nuestra realidad, un submundo que no podemos y, sobre todo, no queremos comprender.
En un mundo lleno de tecnología, de recursos, de posibilidades, las intrincadas y retorcidas maquinaciones de los poderes fácticos nos mantienen atados mediante la poderosa herramienta de la mentira y la persuasión política.
Llegamos a ver como normal aquello que debería constituir la excepción ;robo a gran escala, estafas, bancos ganando más dinero que nunca en la crisis, especuladores que juegan con las deudas de los estados, países que dicen que hay que matar a quienes descubren la verdad y los tachan de espías...
Y así, lo aceptamos con una resignación silenciosa, enfermamos de "estrés" y "ansiedad", temerosos de que el mundo pueda arrebatarnos todo aquello por lo que luchamos, y dejamos que manejen los hilos como maestros titiriteros, mientras desvían nuestra atención con el deporte (loable cuando no encierra intenciones de distracción), espectáculos vacíos, películas que casi nunca contienen un mensaje o un guión original, series insulsas, reality shows que nos muestran seres esperpénticos de los que reírnos, y telediarios que nos muestran el mundo que pretenden que veamos.
En su momento, mucha gente creyó que la televisión podría constituir la salvación del ser humano, su escape de la caverna y la llegada de la luz, de la auténtica libertad, esa que se nos veta, la libertad de elegir quienes somos, de pensar por nosotros mismos (aunque siempre tendremos influencia externa, es inevitable) y no de pensar aquello que quieren que pensemos, de alzar la voz y protestar sabiendo que es nuestro derecho.
Sin embargo, la implantación de las multinacionales en la prensa y la televisión acabó con esa esperanza. La libertad volvió a ser una ilusión al alcance de unos pocos que eran aplastados por el sistema, aquellos que se sentían solitarios vagaban por la noche aferrados a una botella de alcohol, un cigarrillo, y la seguridad de que nunca verían un mundo diferente a aquél que habían conocido.
Hoy, todos lo sabemos, la información en la televisión está completamente dirigida y, lo peor, es que muchos la creen, al igual que muchos creen en los dogmas de las diferentes iglesias, constituidos asimismo para aniquilar la libertad y cualquier posible heterogeneidad de pensamiento.
Contemplemos ahora la nueva herramienta de comunicación, Internet, llena de "paja", de información errónea, pero también de buenas intenciones, de información que una menta despierta puede investigar por su cuenta. Esa enorme red de conocimiento y relaciones sociales que nos pone la libertad al alcance de la mano.
Internet también ha caído parcialmente sobre su control, pero la paradoja es que ese control lo hemos cedido todos voluntariamente.
Las redes sociales no se usan para conocer a los demás, para vivir experiencias con los otros, sino para colgar fotos del botellón, o de pesonas que contemplan la cámara con una absurda ansia sexual que bien podrían colmar en el mundo real. Hay cabida para el humor, pero la mayor parte de las veces es un humor que recurre a los tópicos ya establecidos, que se burla de personas que el sistema nos hace ver como "frikis" porque les interesa apartarlos y hacernos ver que no son más que balas perdidas, errores de la naturaleza que deben ser erradicados socialmente hablando (por frikis entiendo eso que nos venden como frikis, los que leen mucho, los que gustan del cine, de la ciencia, de la historia... el otro concepto hoy en día es denominado "nerd", y son más bien bufones del sistema).
La mayor parte de las páginas son intrascendentales, pero contemplamos asustados como otras, bien elaboradas, en las que podemos disfrutar de información, en las que podemos crecer como personas, aún cuando no estemos de acuerdo con lo que dicen (pensar consiste en apreciar incluso aquello con lo que no estamos de acuerdo, mientras esté bien razonado) son ninguneadas por ese fenómeno absurdo llamado "troll", personajes que solo usan la red para molestar y demostrarnos a todos su patetismo y su ignorancia. Podemos ver también como esas páginas no pasan de las 200 visitas, mientras que otras, que muestran videos de gente tirándose en plancha al agua, niños mordiéndose entre si, o chavales pegando palizas y grabándolo con el móvil, tienen millones de visitas.
Y es que, ahora nos han brindado la libertad y la hemos rechazado. La sangre rebosa del cáliz y cae al suelo sin que nadie la recoja. Millones y millones de seres humanos viven el día a día sin elegir; tal vez no puedan, tal vez no todos hemos tenido las mismas oportunidades, tal vez aquellos que han elegido la libertad viven en un vacío, sabiendo que se pierden todo un mundo de mentiras y de falsedades, donde la libertad es una quimera, pero el ocio barato, los shows televisimos anodinos, y la locura colectiva flotan en el aire.
¿Es posible que el ser humano rechace la libertad? ¿Es posible que nuestra vida tenga que discurrir en la caverna, sin contemplar nunca la luz?
Y no os creáis que ellos son libres. Aquellos que han hecho de su vida un atentado contra la libertad, aquellos que solo viven para amasar fortuna, que poseen el conocimiento y lo han alterado, que han fabricado el muro de mentiras, no son libres; son esclavos de su propia avaricia, y al creerse sus mentiras, renuncian a la libertad.
Manuel "Belial" Báez, Salamanca.