miércoles, 16 de julio de 2014

La democracia oligárquica

No me pidáis que llame democracia al gobierno distante que no cumple sus promesas, que huye de sus responsabilidades, que mira por un porcentaje ínfimo de la población, que quiere a los hijos del país incultos y dóciles, que desprecia la ciencia, las artes y la cultura, y que habla de la rentabilidad de la salud o la educación.

Si soy un radical, si pertenezco al eje del mal, si soy un terrorista o un nazi por defender mi país, por defender a sus ciudadanos y una democracia participativa, con los tres poderes independientes... qué no será quien modifica la constitución a petición de un gobierno extranjero y un poder económico, vendiendo nuestra soberanía nacional a cambio de poder y apoyo de la banca. Qué no será esa persona que habla de la mala imagen de un niño comiendo en un comedor y el "asesinato" del aborto, pero no se preocupa de los vivos ni de la salud del niño, y no tanto de su imagen.

Marca España... convertir una nación en un producto de consumo, al servicio de la voracidad de "los mercados", que no son sino especuladores y lobbies que, a día de hoy, son los verdaderos gobernantes de este pobre y ruinoso páramo... Nuestra marca es la corrupción, la pobreza, la desatención, la incultura, un sistema educativo deficiente... Nuestra marca son las horas extras no cobradas, la carencia de ayudas por paternidad, una seguridad social que se hunde y una sanidad privada que espera, ávida de sangre y euros.

No, no me pidáis que llame democracia a un sistema que no penaliza el incumplimiento de leyes electorales, que ha premiado campañas llenas de dislates, de acusaciones cruzadas, dirigidas para personas que no se cuestionan nada, con la coletilla del "y tú más" que pretende justificar el mal de unos en base al mal practicado por otros. Un acto deshonesto lo es sin necesidad de ser precedido por la falta de honestidad de quien gobernó antes...
Un sistema de dos partidos que hablan de "sus votos", sin tan siquiera pensar que los votos pertenecen a los seres humanos, a los miembros del estado. Votos que deberían ser considerados del ciudadano, un préstamo de 4 años, no una bula papal para hacer y deshacer al antojo de los políticos de turno y destruír el país. Pero cómo explicarle eso a quienes se creen en posesión del todo y de las partes... Y es que, se refieren constantemente a si mismos como el estado, cuando la realidad es que el estado, parafreseando a Rousseau, es la suma de las partes (ciudadanos, territorio, gobernantes...) que conforma el todo. Y ese todo, señores míos, no es vuestro cortijo.

España, ese país que sangra y llora, no es el cortijo de nadie. Es un territorio prestado, con ciudadanos que toman decisiones que afectan, no ya a su futuro, sino al futuro de la tierra que habitan, a sus futuros habitantes, a todos aquellos que aún no pueden decidir y, finalmente, a los ciudadanos del mundo.
No pretendan hacerme creer que la política es un "juego", no me hablen de las normas de ese juego, como si no pudieran ser cambiadas, pues la soberanía popular, la lógica y la razón, deben ser los gobernantes de cualquier nación.

No me llamen antisistema o traidor a la patria cuando yo me preocupo por el futuro de la patria, por la educación, por la contaminación, por el hambre, por la sanidad, o por los fondos de pensiones...
No se arroguen el patriotismo quienes venden el país y la soberanía nacional, quienes hablan de un juego o una marca, de quienes no entienden más allá de billetes y rechazan la ciencia y la investigación como hicieran los cromañones.

No, no me den lecciones, no me cataloguen, no me insulten, no categoricen, y no nos tomen por imbéciles.


miércoles, 2 de julio de 2014

Mamá me voy de España

"Mamá, me voy de España"
"Hija, piénsalo bien... Ya sé que las cosas son difíciles pero irse fuera siempre es complicado... Encontrarás algo. Estudia otro máster mientras..."
"No puedo... no tengo dinero, tengo 30 años y no tengo experiencia más que como becaria. No puedo seguir así. ¿Cómo voy a poder desarrollar una vida personal? ¿Cómo voy a tener hijos algún día? ¿Cómo voy a labrarme un futuro? Tengo 2 carreras, y me ofrecen sueldos de 700 euros... No... Me voy..."
"Y qué haré yo sin mi hija... ¿Por qué pasará esto?"

Esta conversación simulada es una situación común en los tiempos que corren, tiempos de crisis, corrupción y lucha social. El abandono del país por parte de muchas de las personas con mejor preparación de España. Entendamos por preparación, no únicamente la clásica alusión al estudiante universitario, sino lo referido a las mentes preclaras que, pudiendo aportar mucho a su país, deciden, generalmente por desesperación, marcharse de su patria. Evidentemente, este drama es mayor para el país cuando se trata de personas que han sido preparadas desde el punto de vista formativo con dinero estatal. La llamada fuga de cerebros, que parece haber alegrado a miembros de nuestro gobierno alegando que "volverán". Pero... ¿volverán teniendo su vida en otra patria, su nueva familia y amigos, cuando tuvieron que marcharse porque no se les dio ninguna oportunidad de quedarse?
La famosa niña de Rajoy tendría hoy un futuro opaco aunque tuviese tres carreras y ocho masters. Probablemente esa niña terminaría viviendo en Alemania, mendigando por un sueldo decente, sufriendo las miradas de quienes han nacido en el país, la intolerancia y la desconfianza arquetípica que siempre mostramos hacia los extranjeros.
Y es que, a día de hoy, nosotros, queridos españoles, nos hemos convertido en los nuevos rumanos de Europa, sólo que a diferencia de la oleada de trabajadores primordialmente físicos que trataban de huir de un régimen dictatorial, los emigrantes españoles son en mayor medida personas con titulaciones superiores que huyen de una supuesta democracia que torpedea cualquier intento de cambiar el sistema desde dentro, o que no permite al sistema judicial encausar a figuras públicas por causas de corrupción, cuestiones en las que nos parecemos sospechosamente a una dictadura.

No deja de resultar curioso que los padres de muchos de estos chicos, e incluso muchos de estos chicos, vean como un peligro para el futuro del país formaciones políticas que han surgido recientemente, informándose en los mismos periódicos y medios que les han mentido descaradamente durante años y que, de una forma u otra, realizan titulares y manipulan el lenguaje basándose en intereses de los grandes poderes económicos de este país, que concentran la mayor parte de la riqueza y a la vez la mayor parte de la economía sumergida y el fraude fiscal.
Escucho por la calle hablar a personas cuyo sueldo apenas les permite llegar a final de mes, personas que defienden fehacientemente un sistema que les margina y obliga a sus hijos a emigrar. Contemplo en pueblos y pedanías a personas solitarias cuya familia lucha en el extranjero por una vida mejor que la que no han podido tener en España, hablar de los peligros de un supuesto sistema comunista que le robaría sus pertenencias mientras alegremente defienden y votan a partidos políticos que tienen más imputados que habitantes hay en el pueblo. Repitiendo coletillas de la prensa, esa perversión manipuladora tan en boga en los años 30 y 40 por el ministerio de un tal Goebbels en el III Reich.

Mucha gente, ignorante de la realidad, trata de explicar que esto no es culpa del gobierno, que los mercados lo han decidido. No son conscientes de que los mercados son las mismas fuerzas económicas ante las cuales responde el gobierno de España, incluyendo la banca alemana y las empresas del IBEX 35. Los mercados no son dioses, ni duendes, ni empresas sin rostro ni accionista. No deciden cuando sembrar la cosecha, ni lanzas rayos desde el monte Olimpo a los mortales, aunque si arruinan países y destruyen vidas por el mero placer de revolcarse en su sucio y asqueroso dinero. Pero la soberanía se la entrega el gobierno.
 Recientemente, una organización ligada al Partido Popular, las FAES, ha expresado su descontento respecto al sueldo mínimo español, haciendo hincapié en que es excesivamente elevado y frena las expectativas de ganancias de los empresarios españoles. La realidad es que nuestros sueldos mínimos son de los menores de Europa (una tercera parte), que si bien la carga total de impuestos, llamada carga fiscal por habitante, no se cuenta entre las más altas de Europa, sí lo son los impuestos indirectos que afectan principalmente a la clase baja y media, es decir a los trabajadores comunes, mientras que los impuestos directos son cada vez más bajos y las grandes empresas ganan cada día más dinero.
Esta misma organización también ha dicho que las leyes del despido siguen siendo demasiado rígidas para el empresario y se ha quejado de otras cuestiones como las horas extras o los honorarios de jornada laboral en diversas ocasiones. Supongo que este tipo de organización es a la que no temen los padres cuyos hijos se han tenido que marcha del país.
Supongo que considera mucho más peligrosos a sus vecinos y conciudadanos cuando se reúnen en un parque para debatir cómo frenar esta situación de saqueo. Vivimos en el siglo XXI, y nos encontramos con una red de mentiras y falsedades dispuestas por el propio gobierno en las que incluso una vicepresidenta trata de lanzar a los fiscales que han defendido a políticos corruptos y miembros de la monarquía, contra el líder de uno de los partidos que más votos obtenido en las últimas elecciones de forma totalmente legal, por hablar de una explicación política sobre un tema ciertamente peliagudo siendo su profesión la de politólogo… una persona que busca y explica causas políticas, lo cual no implica justificar hechos. Esa mujer es una de las personas que aludía al movimiento 15M diciendo que no era normal y que se presentaran en las urnas, que entonces obtendrían crédito y respeto.

Y es que, pervertir el lenguaje es algo muy sencillo, como ya sabía Chomsky cuando realizó un tratado sobre manipulación de los medios hace ya unos cuantos años. Intelectual, por cierto, que se ha unido a las críticas vertidas contra el gobierno español por sus constantes campañas de difamación contra todo aquel que quiera cambiar el sistema desde dentro, desde fuera o, simplemente, de no quedarse sentado viendo cómo le roban el rancho.
Un país puede arruinarse y dividirse por muchos motivos. La apatía y la indolencia, o las ganas de mantenerse en la ignorancia, son formas de arruinarse vergonzosas, deshorosas, y poco patrióticas.
No puedes gritar arriba España y defender a quienes han esquilmado el fondo de pensiones, no debes decir que votas a los "tuyos" cuando tu voto no es pertenencia de un partido, sino de un programa electoral que ha de cumplirse.
No es de recibo que te quejes de que tus hijos viven en Alemania o de que le han quitado el subsidio a tu sobrino, o que la ley de dependencia y su cuasi-desaparación afecta gravemente a un familiar enfermo, cuando a la hora de votar, te crees las mentiras vertidas y criticas una asamblea vecinal porque eso es de "rojos", sin conocer el verdadero significado de la palabra democracia.

Así pues, cuando te preguntes por qué ocurre lo que ocurre, cuando salga un ladrón o un corrupto en la tele, un imputado, alguien sospechoso de financiación ilegal, un presidente que se reúne con dictadores y sonríe o un presidente de una junta que ha dado paseos en yates con narcotraficantes, pregúntate qué parte de la culpa ostentas tú al no buscar información veraz y actuar cómo si no fuera contigo.
Pregúntate quién ha dejado este país arruinado, quién es el patriota, si quien calla y otorga, o quien pelea por el bienestar social. Dile a tu hijo que se marcha porque tú no defiendes sus derechos, porque tienes miedo a quienes luchan por la libertad, que te aterra lo nuevo y prefieres que te roben y tu hijo se vea obligado a emigrar.
Que más vale malo conocido, como tantos otros estúpidos refranes españoles, "sabiduría popular" y picaresca que nos han llevado al "todo vale" y "dimitir es un nombre ruso".
Que lo haces para defender la marca España, esa que ven fuera como sinónimo de corrupción, malgasto y estulticia.
Que lo haces porque son "los tuyos", aunque jamás se dignarían desayunar contigo porque te consideran escoria, ralea de clase baja que sólo existe para dar apretones durante la campaña electoral.
Plantéate a quienes tienes miedo y quién está aterrorizándote. Y luego quéjate porque tu hijo se marcha del país...

jueves, 26 de junio de 2014

El suicidio, primera causa de muerte no natural en España

Hoy tenía pensado hablar del rey o el tema de las Sicavs ya que había pasado la tormenta, pero lo haré de un tema mucho más importante y que, a mi juicio, es un indicativo de la situación actual en nuestro país.
Quiero hablar ese drama que los políticos (bien denominados casta) niegan, al igual que lo hacen personajes como Marhuenda, Alfonso Rojo (cuyo panfleto se ha hecho eco de esta noticia) o Eduardo Inda cuando frivolizan con la situación de nuestro país. "En qué país vives tú", decía uno de ellos cuando otro hablaba de la pobreza de muchos ciudadanos. Frivolizando, sonrientes, llamando a otros proetarras y terroristas, cuando defienden un sistema psicópata, asesino, y que hace que algunos seres humanos alcancen tal grado de terror, que vean la muerte como última salida.

Es oficial que el suicidio se ha convertido, por encima de los accidentes de tráfico, la violencia, la dependencia al alcohol y otras drogas, o los accidentes laborales, en la causa de muerte no natural más extendida en nuestro país. Es oficial que muchos españoles se sienten tan abandonados que prefieren la muerte a la vida, que creen que no hay salida posible en una patria que les niega los derechos constitucionales básicos y trata de poner la mordaza a las voces que claman por un país justo, con un sistema económico progresivo y unos impuestos que reviertan en el ciudadano.

Esta noticia es descorazonadora. No voy a hablar más de los culpables, de la causa última, todos sabemos que parte de estas muertes se deben a la crisis, y me remito a quienes la han subsidiado y alzado para acabar con la clase media y ser "nobles distinguidos". El aumento de las muertes trágicas desde el inicio de la crisis ha sido tan gigantesco que ha superado a los accidentes en carretera o las muertes por violencia ajena (que, por cierto, también han aumentado).
Imagináos la desesperación de un ser humano para hacer esto, el grado de destrucción psicológica y moral que ha de sufrir, el dolor, el daño, la sensación de no valer nada. Como alguien que cursó estudios de psicología y que aún tiene interés por esta materia, soy capaz de describir la situación de una forma clínica, pero a la vez me siento incapaz de comprender cómo el ser humano puede ser tan atroz, tan inhumano, como para crear y fomentar una sociedad en la que el humanismo brilla por su ausencia, y las personas son meros productos de consumo. Me siento afortunado pues, mi situación, si bien dista mucho de ser buena o acercarse a tal estado, me permite comer todos los días y tener un refugio, en definitiva, tener esperanza.

Basta ya. Basta de esta infame creencia en un sistema que provoca muertes, dolor y desarraigo.
Basta de medir la sanidad, incluída la mental, en términos económicos y de rentabilidad financiera. Es una aberración que pensemos en rentabilizar la salud y la vida humana. Hay bienes que no se pueden capitalizar.
Basta de injusticias, de ahogar al ciudadano con impuestos indirectos para favorecer las rentas de quienes lo tienen todo, más de lo que jamás podrán utilizar, de usar sus impuestos para lucrarse, para Sicavs, o para pagarse caprichos o creencias propias.
Basta de hablar de las reglas del juego político mientras los ciudadanos mueren y las instituciones no hacen nada más que lucrar a unos pocos. De plegarse a los deseos de un 2% de la población, engañar con falsas rebajas de impuestos que enmascaran una subida de los mismos al 75% de la población, de perseguir la economía sumergida de los que no tienen para comer y perdonar deudas millonarias a otros. De compararnos a Europa y decir "que roben es normal", de la maldita, mil veces maldita, picaresca española, de creer que hay un carácter nacional que nos empuja a robar cuando roban los que más tienen...

Un minuto de silencio no basta. Un artículo no basta. Las palabras no bastan.
Hay que hacer algo. Por esas personas que no seguirán entre nosotros, víctimas del sistema, por esos seres humanos que han sido arrancados de la vida para que otros disfruten del contacto del papel en sus carteras...
Basta. Podemos cambiar esto. Debemos cambiar esto. Y el que habla de demagogia y populismo, debería utilizar su cartera para acudir a un psicólogo y entender por qué no le importa la vida ajena.

domingo, 8 de junio de 2014

La falla del sistema educativo


Hoy vengo a hablar de las que considero problemáticas sistémicas de la educación académica y reglada en España, así como en otros países, en los que la formación académica parece discurrir por una senda diferente a la formación intelectual. 
Podemos observar esto analizando la carencia de estudios culturales amplios, la incapacidad de luchar contra lo establecido y de discernir entre ley y justicia. La ausencia de sentido lógico y pensamiento crítico, que evita cuestionar los supuestos axiomas de un sistema formado por hombres, no por un ente mágico, y además es la base del método científico. 
En definitiva, el principal problema sería, no ya no fomentar el pensamiento crítico y el raciocinio desde instituciones y programas educativos estatales, sino más bien la lucha de los programas educativos contra la instauración del libre pensamiento y la capacidad de formarse mediante un método, supuestamente académico y duramente criticado por profesores, que termina siendo una herramienta de homogeneización y adopción del sistema de pensamiento imperante como dogma.
La lógica aristotélica y su escasa influencia en la formación académica española no es tampoco un problema de cálculo o presupuesto político; más bien parece fruto del desprecio a la nada desdeñable capacidad de aprender a pensar correctamente. Recordemos que la lógica es la búsqueda de la verdad mediante el uso del razonamiento, utilizando instrumentos que persiguen la mayor objetividad posible. Que no se estudie en colegios o institutos más que de una forma anecdótica deviene en la imposibilidad de alcanzar el libre pensamiento y el razonamiento crítico del que ya hemos hablado; de poco o nada sirve tener cultura en un área determinada; hay que aprender a ejercer el control de la razón. Por ello, carece de sentido un sistema educativo que, contra las recomendaciones de los propios docentes, desestima enseñar a razonar a los alumnos. Un sistema que, de hecho, prefiere la memorización sin conocimiento ni cuestionamiento intelectual, o apela al llamado criterio de autoridad, personado en el programa educativo escrito por el gobierno de turno.
Hay que aprender que, si otro tiene argumentos más sólidos o una capacidad de razonamiento superior, podemos mejorar intelectualmente con sus enseñanzas, aún cuando no sean directas. Es decir, hemos de ser críticos, primero con nosotros mismos y, después, con los demás cuando sus argumentos no nos parezcan correctos. No hay que entrar en una confusión de términos, pues hemos de comprener la diferencia entre desconfiados y escépticos. Los primeros buscan contraargumentaciones falaces, descalifican, juzgan errónea e irracionalmente a priori, y pretenden encontrar el mal en toda actividad de personas ajenas. En cambio, el escéptico mantiene una posición respetuosa y de búsqueda de la verdad. Un auténtico escéptico está dispuesto a aceptar que sus argumentos pueden ser peores que los de otro. .
La lógica debiera ser una constante en la formación académica, al menos, hasta llegar a la universidad (y su formación debiera continuar por cuenta propia, con las herramientas adquiridas en colegio, instituto, lecturas...). Por causa de esta malformación educativa estatal, impuesta por la lógica del gobernante que no quiere un pueblo cultivado, llegamos a un punto en el que nos encontramos con licenciados incapaces de debatir, sociedades clasistas que no demuestran capacidad de debate sino de insulto, valoraciones académicas y profesionales erróneas, y un menosprecio sistemático del arte de la argumentación.
Finalmente, se critica a todo aquél que aporte razones, se le tilda de sabiondo, listillo... y se aclama el cacareo, el insulto fácil, o la descalificación como recurso no argumentativo.



El sistema educativo tiene un problema añadido; sus carencias a la hora de motivar al alumno, de mostrarle las ventajas del saber. Al no existir un razonamiento y un punto de vista propio, al fallar la decodificación de un mensaje implícito (algo común en las artes), el alumno termina por conceptuar los estudios como una actividad molesta, en lugar de tener sensación de crecimiento. 

Si hay algo que agradezco de mi formación (familiar y propia, pero no académica), es que se fomentara el libre pensamiento en mi vida. No tomar el insulto o la descalificación por argumento , debatir y aprender de mis errores, de mi propio exceso de ego, de mi tendencia a querer tener la razón a toda costa (tendencia que durante la juventud suele ser lógica). No hacer uso de la fuerza, sino de la razón. No hacer alarde de logros o caer en las figuras de referencia de forma dogmática (X dijo Y, X es importante, luego Y es cierto).
Hasta que no aprendamos todo esto, los pueblos seguirán supeditados a los gobernantes y sus decisiones no podrán ser cuestionadas por sus "súbditos".

Soy el primero que rechaza juzgar la competencia y la cultura de una persona por una carrera o la formación académica, partiendo de que a la vez respeto mucho una carrera en un ámbito profesional (no vital) y la cultura en ese ámbito general que concede a quienes de verdad se han interesado por el saber y no por la nota. 

No suelo personalizar en mí mismo, pero esta vez lo haré; es muy posible que en no mucho tiempo tenga un doctorado por Bolonia en mi ámbito profesional, y este hecho no cambiará mi cultura general ni mi personalidad; no seré una persona diferente por el hecho de ostentar un título superior. Mi cultura está cimentada sobre la lectura de obras de filosofía, literatura clásica, contemporánea, mi afición al cine y las series, la filosofía... Mi formación, mi educación, y mis capacidades (para bien y para mal) provienen de una formación que, en muchas ocasiones, ha caminado por sendas muy alejadas de la educación académica tradicional. Fue un interés propio bien dirigido por mis padres el que me permitió crecer en ese sentido.
Y eso no lo he hecho porque sea más que nadie, o porque sea más inteligente, al contrario. He tardado muchos años en aprender a ser quien soy, a no querer tener razón per sé o debatir sin argumentos, a no creerme en posesión de la verdad. 

En esta vida mucha gente es tremendamente inteligente, brillante. Pero, por desgracia, muchas de esas personas, más capaces en potencia que otros, desperdician su potencia al no convertirla en acto, precisamente por culpa de una formación/educación incompleta, por no utilizar la razón y no pensar correctamente. A su vez, en cualquier lugar del mundo encuentras personas que apenas tienen el bachillerato o un graduado escolar, con una vasta cultura general y capaz de argumentar mejor que un doctorado en derecho, medicina o psicología. Esto es fruto de una formación no académica. Pero lo cierto es que el sistema educativo debería guiar al alumno para que disponga de más herramientas a la hora de aprender a pensar. 

Para concluír, y siguiendo mis premisas, que pueden o no ser ciertas, un sistema educativo exitoso no es aquél que busca la obtención de un título o una calificación basada en una prueba única, sino el que proporciona herramientas y mejora el raciocinio, el autoconocimiento, y la cultura general y específica del alumno. Es de lógica pensar que un profesional estará más cualificado si su formación le permite pensar y cuestionar los dogmas para generar nuevas realidades más eficientes. 
Además, existen diversas formas de motivar, orientar y ayudar, pero resulta evidente que estudiar basándonos en la creencia falsa de que una figura de autoridad es intelectualmente inviolable cual rey, memorizar sin comprender, leer sin incorporar la información, y tratar temas históricos sin conocer el contexto real, es una condena formativa en firme. 

Es hora de que dejemos de ver a los que han ostentado el poder como si fueran dioses en un panteón, cuando la mayoría no pasan de títeres o personalidades nulas intelectualmente jugando al juego de tronos. Es hora de comprender que este sistema educativo les interesa, por no formar a individuos, sino ganado. Es obvio que las personas con una carrera, FP, diplomatura, máster, doctorado... suelen tener un interés cultural general y no únicamente específico, que pueden ser personas despiertas intelectualmente, como muchos otros. Pero también lo es que la formación no comienza en la universidad; no es más que una especialización que, en ningún caso, debería ser incompatible con una formación completa, la más necesaria para afrontar la vida.



Manuel Báez Duarte
 

miércoles, 28 de mayo de 2014

Los fantasmas de la II Guerra Mundial en la UE



Tras la Gran Guerra, a comienzos del siglo XX, nos encontramos con una situación de superioridad económica, moral, y bancaria/armamentística de diversos países respecto a aquellos que habían perdido la guerra, en una era de postcrisis similar a la actual o a la que viviremos en un lustro.
Se le impuso a un país, Alemania, una deuda pública imposible de pagar, por la cual comenzó un proceso de degradación social y humana que terminaría desembocando en el mayor desencanto político de la historia moderna del país, así como una exaltación del nacionalismo, no como valor, sino como defensa ante lo que se consideraba como un ataque hacia la soberanía del país por haber perdido la guerra.
Europa no fue solidaria. El mundo no fue comprensivo con un país que, destrozado, y vagando a la deriva, terminó cayendo en la desesperación más profunda, lo que les llevó a abrazar un nacionalismo socialista que, finalmente, derivó en una escalada xenófoba, una lucha interna en la que un pueblo se vio abocado a la obediencia o la muerte, y una dictadura, la de Adolf Hitler, que terminó arrasando la vida de millones de personas (algo similar a lo ocurrido en la Rusia de Stalin, que era una dictadura encubierta y no un régimen socialista democrático).
El resto, todos los conocemos. Un continente herido, un genocidio sin precedentes (no solo el del pueblo judío, sino de gitanos, polacos...), y una tendencia política extremista que abrazaba el odio como un recién nacido abraza el pecho de su madre y que, a día de hoy, continúa siendo un peligro que asola el mundo civilizado y la permanencia de una supuesta democracia moderna que aún no conocemos los europeos.

Es el problema de las deudas imposibles de pagar, de la sensación de asfixia nacional y la tiranía, de un futuro que parece desaparecer por el sumidero mientras unos burócratas, demagogos (si, la demagogia es la suya, un discurso confuso y vacío) que viven en un mundo completamente ajeno al del pueblo explican que la clase media y baja debe someterse a la austeridad para regocijo de los ricos. Una historia repetida a lo largo de los años en diferentes naciones.
Finalmente, como ha ocurrido en muchas situaciones de desesperación, el pueblo votó a una emergente figura autoritaria (como podría ser LePen hoy en día) que terminó haciéndose fuerte utilizando ese odio, esa exaltación de la raza que provenía de un complejo, no de inferioridad, sino de invasión. La invasión no era racial, era económica, pero el pueblo fue contundente en su rechazo a la invasión, a la deuda, a la destrucción social del país, a pesar de que, a la postre, se demostraría un grandísimo error que terminaría en tragedia.

Sin embargo, parece que hemos aprendido poco de la lección. Austeridad, vivir por encima de las posibilidades, prima de riesgo, reducción de salarios, recorte de derechos y libertades, destrucción de la separación de poderes, suicidios a un nivel no visto desde el crack del 29, intromisión de países en la política interior de otros países, sumisión de las economías, en este caso en el sur de Europa, destrucción del futuro de los jóvenes, una educación deficitaria, crisis que asola y destruye a la clase media y baja,deuda, deuda, más deuda, asfixia, aún mayor que antes, niños que no pueden comer, padres que sufren sabiendo que no habrá futuro, que la educación pública no permitirá un desarrollo personal... Muerto el humanismo, muerta la democracia como concepto original, retorna el escenario nunca olvidado y el miedo se huele.

Miedo al fantasma de los nacionalismos extremos, de los poderes que pretenden tratar al pueblo como si fuera res, ganado que no tiene voz ni voto, de la desesperación que, a veces, se equivoca, del odio del pueblo hacia su precaria situación, odio que a veces es aprovechado por otros, lobos con piel de cordero, extremistas que buscan la destrucción de la libertad y que se disfrazan de libertarios, LePenes y Adolfos que vagan a sus anchas en su escenario platónico, por primera vez desde los años 30, convertido en realidad por las fuerzas del FMI, la dictatorial economía de la UE, y los mandatos de la Troika.

No debemos olvidar pues el pasado, no debemos abandonar la memoria de las víctimas, el horror de la guerra que asoló un continente, la vida truncada de millones de mentes y el potencial cercenado de ideas brillantes que jamás llegaron a concretarse.
Hemos de combatir esa asfixia con una esperanza incansable, con unidad y solidaridad con quienes no encuentran el modo de continuar luchando dia a día. Mantengamos una vigilancia respetuosa sobre las intolerantes ideas que no conocen al respeto. No permitamos que, en las mismas circunstancias en las que eclosionó la Segunda Guerra Mundial, surjan como abanderados de la desesperanza y el miedo poderes aún más peligrosos e intolerantes que los que hoy nos dominan.
Hemos visto lo ocurrido en gran parte de Europa (Holanda, Grecia, Alemania, UK, Chequia, Dinamarca y, sobre todo, Francia) en las elecciones europeas y los últimos meses. Barrios y ciudades con rentas medias bajas, altos índices de paro, y segregación social, votando en masa a supuestos libertadores que no son sino cabezas visibles de partidos de ultraderecha con ansias dictatoriales. Sin embargo, se utilizaron los grandes medios para dinamitar grupos políticos anti-recortes como Syriza, o los nuevos partidos de cuña democrática que hacían peligrar a los "políticos tradicionales" y su apoyo a un sistema neoliberal caduco. Se olvidó el pasado, se mantuvo la actitud asfixiante sobre el pueblo, se subyugó a las clases desfavorecidas, y apenas se dio importancia al auge de estas formaciones. Parece ser que la palabra populismo solo se aplica a partidos que abogaban por una democracia participativa.

El mayor propósito de la historia humana es el aprendizaje, la mayor ventaja del conocimiento del pasado radica en la posible prevención de errores futuros. Aprendamos de aquella vieja Europa que casi se destruye a sí misma, y construyamos una nueva en la que las diferentes tendencias políticas tengan como baluarte la honestidad, la solidaridad y el respeto mutuo.
España, por primera vez en décadas, parece dar ejemplo, pues no se han votado conceptos xenófobos, clasistas, imperialistas... sino ideas. No importa el partido, sino la intención del mismo, su cercanía ciudadana. Continuar por esa senda es lo acertado. Tratar de no caer en las garras de determinadas figuras que no han surgido, pero surgirán, como ha ocurrido en Grecia con Amanecer Dorado, Francia con Marie Le Pen y su padre en el pasado, o Dinamarca, Holanda, Chequia....

Recordar, compañeros, no es una cuestión de izquierdas, derechas o centro.  No es una cuestión de economía o afiliación política. Los ideales de las diferentes ideologías han de confluir en lo básico. El bienestar social, la libertad, y una relación sana entre el Estado y sus iguales.

Manuel Alberto Báez Duarte